Después de cenar, de brindar con champán por los que están y por los que no están, por su recuerdo, de oir música, reirnos de los últimos chistes en contra del gobierno, y de hablar de literatura, de pintura, de cine, las últimas películas, las últimas exposiciones, la ópera, los bailarines que se quedaron, y que se pueden ver bailar en el sitio de Isis Wirth, La reina de la noche, gracias a youtube. Parece como que todo pasa en youtube, en Daylimotion, en Veohtv , aún cuando hemos asistido al teatro... Después de todo eso abrimos los regalos, ufanos. Albricias, un libro agotado de Jorge Camacho, con poemas de Reinaldo Arenas y tres cartas de José Lezama Lina, un dibujo de Camacho, perfumes, abrigos, cámaras fotográficas, joyas, bibelots... Pero yo me vuelvo a quedar sola, pensando en los otros. Los que ya no están, que no estarán más... Los que están en Cuba, en una celda, pienso en su familia.
Por supuesto que llamamos a Cuba, siempre lo hacemos, cuando nos quedamos solos, Ricardo y yo. Los Camachos se han ido, Luna duerme. No puedo dar con las vecinas de mi primo, que son las que tienen teléfono. Al fin conectamos con la familia de Ricardo, están bien. Comieron, al menos comieron bien.
Y nos desean lo mejor, nosotros a ellos. Preguntamos por los de siempre. También comieron, y esperan el viaje, de uno o de otro. Salir, irse, escapar, fugarse, de cualquier manera. No, de cualquier manera, no. ¿Y por qué no?
Nos despedimos con un Feliz Navidad.
Joyeux Noel! musito. Refugiada en el idioma, en otro idioma.
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